Conocí
a Danilo por medio de las redes sociales en 2018, cuando estaba haciendo mi
proyecto sobre el Catálogo Bolivariano de Billetes y de Colombia me faltaban un
montón de imágenes de billetes con Bolívar. Amablemente Danilo me proporcionó
todas las imágenes de esos billetes que están en su libro (Compendio Histórico del Papel Moneda en Colombia ) y que faltaban
en mi Catálogo. Mis respetos para este amante de la numismática que recorrió su
patria durante años para hacer esa colosal obra que es su libro.
Adelante
Danilo Parra, cuéntenos su historia en la numismática...
¿Cuándo comenzó su afición por la
numismática?
Mi afición por la numismática nació cuando tenía 17 años;
que me encontraba terminando mi último año de la secundaria. Recuerdo que desde
niño veía a mi papá, ojeando un cuaderno viejo todos los domingos, pero jamás
detalle su contenido.
Más o menos en octubre o noviembre de 1982, un día jueves, mi papá llegó de la finca al pueblo y me buscó, una vez salí de clases para pedirme el favor que el día sábado estuviera puntual en una finca llamada Palo Blanco para que controlara los obreros.
El día viernes cometí el error de ponerme a tomar licor junto con unos compañeros y por lo cual el día sábado me cogió la tarde. Al despertar salí corriendo para la finca, a más o menos una hora distante de la cabecera municipal y cuál sorpresa que al llegar, al primero que observé fue a mi papá.
Cuando me acerqué a saludarlo, cortó con su machete un pedazo de árbol, lo que en mi tierra santanderiana se llama “bara”, y me castigó con dos latigazos por la espalda.
Pasó el día sábado y el día domingo sin cruzar palabra alguna con mi papá, pero en horas de la tarde del mismo domingo debía salir para el pueblo a donde me pagaban una pensión y me despedí de mi mamá y de mis dos hermanas pero de mi papá no lo hice.
Al salir, recibí su llamado con voz fuerte y al dirigir la mirada hacia él, tenía en sus manos el cuaderno que tanto manipulaba con semejante misterio y sigilo. Sacó unos billetes antiguos y me los entregó, diciendo “le regalo estos billetes y en lugar de estar emborrachándose, trate de ahorrar y comprar billetes para que continúe lo que yo intente muchos años”.
Los cogí y salí para el pueblo, una vez llegué el día lunes al colegio, en horas del recreo fui a la biblioteca a consultar algún libro que hablara sobre billetes, pero fue inútil.
En total eran 7 billetes que aún conservo con mucho aprecio y cariño, cómo motivadores y aliciente para la pasión del coleccionista que me mueve hasta el día de hoy.
Más o menos en octubre o noviembre de 1982, un día jueves, mi papá llegó de la finca al pueblo y me buscó, una vez salí de clases para pedirme el favor que el día sábado estuviera puntual en una finca llamada Palo Blanco para que controlara los obreros.
El día viernes cometí el error de ponerme a tomar licor junto con unos compañeros y por lo cual el día sábado me cogió la tarde. Al despertar salí corriendo para la finca, a más o menos una hora distante de la cabecera municipal y cuál sorpresa que al llegar, al primero que observé fue a mi papá.
Cuando me acerqué a saludarlo, cortó con su machete un pedazo de árbol, lo que en mi tierra santanderiana se llama “bara”, y me castigó con dos latigazos por la espalda.
Pasó el día sábado y el día domingo sin cruzar palabra alguna con mi papá, pero en horas de la tarde del mismo domingo debía salir para el pueblo a donde me pagaban una pensión y me despedí de mi mamá y de mis dos hermanas pero de mi papá no lo hice.
Al salir, recibí su llamado con voz fuerte y al dirigir la mirada hacia él, tenía en sus manos el cuaderno que tanto manipulaba con semejante misterio y sigilo. Sacó unos billetes antiguos y me los entregó, diciendo “le regalo estos billetes y en lugar de estar emborrachándose, trate de ahorrar y comprar billetes para que continúe lo que yo intente muchos años”.
Los cogí y salí para el pueblo, una vez llegué el día lunes al colegio, en horas del recreo fui a la biblioteca a consultar algún libro que hablara sobre billetes, pero fue inútil.
En total eran 7 billetes que aún conservo con mucho aprecio y cariño, cómo motivadores y aliciente para la pasión del coleccionista que me mueve hasta el día de hoy.
¿Es miembro de alguna asociación o
sociedad numismática?
He pensado que ser miembro de varias
instituciones, llámese Asociación, Fundación, Sociedad, etc., no es bueno,
porque siempre el ser humano tiende a parcializar sus sentimientos y sus
intereses; y con seguridad eso le hace mucho daño tanto a la integración, como
a la evolución de la numismática y del mismo coleccionismo. La cultura
numismática debe de ser abierta a los seres humanos sin importar su posición
social, económica, política, étnica o religiosa y estar siempre libre de
egoísmos, envidias o prepotencias. Cuando el ser humano inventó los medios de pago como balanza comercial, jamás pensó que se hacía para cierto grupo de personas, siempre se pensó en un concenso general y por lo tanto, el éxito del coleccionismo, está en hacer de él, una verdadera pasión, donde todos estemos unidos en torno a un mismo objetivo.
Otra cosa
diferente, es apoyar de una u otra manera a muchas instituciones o eventos de
integración, especialmente a aquellas o aquellos que se desarrollan en
diferentes regiones de nuestros países. Ellas y ellos son la base fundamental
para el crecimiento del coleccionismo desde tempranas edades, vinculando
a la mujer como parte esencial y para descubrir nuevas piezas o
legislación que nos permite nuevos hallazgos que van a enriquecer la
numismática en general.
¿Cuáles son sus joyas numismáticas?
Sin
ninguna duda, mis joyas numismáticas son los billetes de la serie de la junta
de amortización Nacional de 1904. Son billetes que el Gobierno de mi
país, emitió para mitigar el desastre económico y social que dejó la guerra
civil bipartidista de los mil días. Pero son mis joyas, porque todas las
denominaciones están numeradas con el 0000001 y porque se emitieron en el
momento más crítico de la historia de Colombia.
¿Qué billetes le gustaría tener en la
colección?
Cuando tenía 25 años, soñaba tener todos los
billetes, pero mi posición económica no me lo permitía, tenía un
hogar y unos hijos para educar y por lo tanto debía ser muy mesurado al momento
de invertir algún dinero en compra de billetes. En aquellos momentos me dediqué
a suplir billetes por conocimientos, por fortuna conocí a personas que me
extendieron sus manos y aprendí mucho de Jorge Becerra, Arcelio Gómez, Jorge
Emilio Restrepo, Ignacio Alberto Henao, Fernando Barriga, Pedro Pablo
Hernández, Bernardo González, Ricardo Botero, Julián Cuartas, Carlos Ortiz,
Raúl Jiménez, y Jorge Enrique Arbelaez. Sin dejar en el olvido a don Antonio
Pedraza, que me otorgaba créditos a largo plazo y pagaderos con dólares en
monedas.
A medida que fui madurando, se presentó la oportunidad de convertirme en un comerciante muy exitoso, generando excelentes ganancias que iban destinas a fortalecer mi colección.
Cuando cumplí 50 años, se fue perdiendo el interés por la consecución de billetes para mi colección y hoy cuando tengo 58 años, he hecho reflexiones sobre la cantidad de billetes y monedas que han pasado por mis manos; y la conclusión, es que todos los días miro mis más de 100.000 imágenes en el computador, que mi pequeña colección. La misma naturaleza es sabia y hace que el tiempo lo dedique más a fortalecer la integración y el coleccionismo, que a dedicarme ciegamente a buscar algún billete en especial para mí.
A medida que fui madurando, se presentó la oportunidad de convertirme en un comerciante muy exitoso, generando excelentes ganancias que iban destinas a fortalecer mi colección.
Cuando cumplí 50 años, se fue perdiendo el interés por la consecución de billetes para mi colección y hoy cuando tengo 58 años, he hecho reflexiones sobre la cantidad de billetes y monedas que han pasado por mis manos; y la conclusión, es que todos los días miro mis más de 100.000 imágenes en el computador, que mi pequeña colección. La misma naturaleza es sabia y hace que el tiempo lo dedique más a fortalecer la integración y el coleccionismo, que a dedicarme ciegamente a buscar algún billete en especial para mí.
¿Qué
billetes según su opinión son los más bellos?
Los billetes que más me gustan son los que tienen viñetas
llamativas, aquellos que son muy agradables al tacto y a la vista por su diseño
y riqueza litográfica , que son imponentes, especialmente los que tienen
impresos locomotoras, barcos, paisajes o animales equinos, caprinos, vacunos o
caninos.
De igual manera me encantan aquellas emisiones realizadas
por campesinos, empresarios, hacendados, mineros y comerciantes, que dada la
escasez de numerario por parte del Gobierno, se daban a la tarea de
inventar su propia circulante que hoy llamamos “señas”.
Una década recorriendo cada rincón de
Colombia para recopilar toda la información e imágenes del papel moneda de su
país. Una obra titánica, que aún continúa. ¿Cómo fue todo ese proceso hasta el
libro: Compendio Histórico del Papel Moneda en Colombia?
Cuando el coleccionismo se hace por
pasión, es evidente que todos los días se le presente a la persona un
deseo mental incontrolable, convirtiéndose en un problema de salud mental.
Por algo, en los últimos tiempos, la sicología y la siquiatría han puesto sus ojos en el diario vivir y en la conducta de los coleccionistas, ellos han visto que el hecho de coleccionar hace que una persona pierda controles y se conviertan en generadores de gastos en momentos difíciles y a veces pongan en riesgo la estabilidad familiar, proporcionando un incentivo generador de problemas hogareños. Por ese motivo es indispensable mantener el coleccionismo articulado y libre de competencias, buscando oportunidades de sana convivencia para incentivar el coleccionismo en familia.
Por allá en los años de 1992, salía periódicamente al centro de Bogotá, a tratar de hacer intercambios o adquirir algún billete que no conociera. Para ese momento los catálogos no se veían y era difícil contar con una orientación escrita; teniendo en cuenta la necesidad que había en el poco coleccionismo y al recordar la búsqueda infructuosa en la biblioteca de mi colegio sobre libros de orientación notafílica, me propuse hablar con mi familia para hacer un gasto en equipos de escaneo y fotografía, e iniciar la recolección de imágenes por todo el país. La idea fue ventilada y las puertas abiertas tanto de coleccionistas privados; como de museos. El paseo vacacional por todo el país, duró aproximadamente 8 años, donde se recolectaron 36.000 imágenes. Paso siguiente, clasificarlas, editarlas e iniciar la ubicación de carpetas en orden alfabético de acuerdo a sus emisores.
Mucha lectura y estudio de cantidades emitidas y conocidas para determinar un valor sugerido, diagramación e impresión. Pero llegó lo más duro de todos estos trabajos culturales; la financiación, por ser un tema cultural fue imposible; entonces tocó acudir a recursos familiares con el propósito de recuperarlos una vez saliera a la venta.
Por algo, en los últimos tiempos, la sicología y la siquiatría han puesto sus ojos en el diario vivir y en la conducta de los coleccionistas, ellos han visto que el hecho de coleccionar hace que una persona pierda controles y se conviertan en generadores de gastos en momentos difíciles y a veces pongan en riesgo la estabilidad familiar, proporcionando un incentivo generador de problemas hogareños. Por ese motivo es indispensable mantener el coleccionismo articulado y libre de competencias, buscando oportunidades de sana convivencia para incentivar el coleccionismo en familia.
Por allá en los años de 1992, salía periódicamente al centro de Bogotá, a tratar de hacer intercambios o adquirir algún billete que no conociera. Para ese momento los catálogos no se veían y era difícil contar con una orientación escrita; teniendo en cuenta la necesidad que había en el poco coleccionismo y al recordar la búsqueda infructuosa en la biblioteca de mi colegio sobre libros de orientación notafílica, me propuse hablar con mi familia para hacer un gasto en equipos de escaneo y fotografía, e iniciar la recolección de imágenes por todo el país. La idea fue ventilada y las puertas abiertas tanto de coleccionistas privados; como de museos. El paseo vacacional por todo el país, duró aproximadamente 8 años, donde se recolectaron 36.000 imágenes. Paso siguiente, clasificarlas, editarlas e iniciar la ubicación de carpetas en orden alfabético de acuerdo a sus emisores.
Mucha lectura y estudio de cantidades emitidas y conocidas para determinar un valor sugerido, diagramación e impresión. Pero llegó lo más duro de todos estos trabajos culturales; la financiación, por ser un tema cultural fue imposible; entonces tocó acudir a recursos familiares con el propósito de recuperarlos una vez saliera a la venta.
El 3 de diciembre de 2014, en un evento coordinado con Alejandro Brill, se realizó el lanzamiento de un libro de 1088 páginas, 3711 imágenes a color sobre papel esmaltado, carátulas de lujo y un peso de 5.6 kilos de cultura. La ilusión era de vender ese día un mínimo de 150 de los 400 ejemplares editados. Cuál sorpresa que la venta total fue de 32 catálogos, de regreso a casa, fui recibido con desolación y desencanto.
Pero el mal no duro mucho, a los 15
días recibí una llamada del Dr. Andrés Langebaek, en la cual me manifestó que
había sido contactado por la revista Dinero para que les concediera una
entrevista sobre monedas, pero él; generosamente les dijo que había una
persona que realmente necesitaba de un impulso para promover la venta de un
libro sobre billetes y que sería la mejor oportunidad. 10 minutos después
recibí la llamada de Fredy Castro, un muchacho muy hábil e inteligente y me
propuso el proyecto.
Al día siguiente llegué muy puntual
a cumplir la cita y cuál sorpresa cuando el ascensor abrió, me estaban
esperando el Dr. Juan Mario Laserna (q.p.d), Fredy castro y su equipo de
trabajo. Sin duda estaban esperando un libro de unas pocas páginas, pero
al ver la magnitud del catálogo, se emocionaron y propusieron una
entrevista, un video y dos publicaciones en fechas diferentes.
Gracias a la revista Dinero, a Sandra Carvajal, la sucesora de Fredy Castro y a todo ese maravilloso equipo de trabajo, el catálogo se agotó en unos pocos meses.
Gracias a la revista Dinero, a Sandra Carvajal, la sucesora de Fredy Castro y a todo ese maravilloso equipo de trabajo, el catálogo se agotó en unos pocos meses.
Los
compradores fueron esposas e hijos de personas que cumplían años y se convirtió
como un regalo especial para halagar la ocasión de sus esposos o padres.
En conclusión, se le hizo un aporte en la recopilación, clasificación, codificación, valoración y publicación de la notafilia de mi país Colombia, la cual ha permitido que muchas personas coleccionen por objetivos y siempre como inversión familiar, además tener el orgullo que Instituciones tan poderosas como la PMG, clasifiquen con el DP del catálogo, aquellas piezas que no están codificadas en los catálogos americanos y por último, permitir que viudas, huérfanos o alguien que tenga un billete, pueda venderlo a un buen valor comercial.
Me preguntarán por la inversión!, ya es lo de menos importancia; el dinero que pagué en dos contados, se recopiló en pequeñas cantidades que se volvió Plata de bolsillo. Pero quedó una gran satisfacción personal y un aporte para el coleccionismo y la cultura de mi país.
Hoy cada catálogo usado es buscado por muchos coleccionistas para llevarlos a sus escritorios de estudio.
En conclusión, se le hizo un aporte en la recopilación, clasificación, codificación, valoración y publicación de la notafilia de mi país Colombia, la cual ha permitido que muchas personas coleccionen por objetivos y siempre como inversión familiar, además tener el orgullo que Instituciones tan poderosas como la PMG, clasifiquen con el DP del catálogo, aquellas piezas que no están codificadas en los catálogos americanos y por último, permitir que viudas, huérfanos o alguien que tenga un billete, pueda venderlo a un buen valor comercial.
Me preguntarán por la inversión!, ya es lo de menos importancia; el dinero que pagué en dos contados, se recopiló en pequeñas cantidades que se volvió Plata de bolsillo. Pero quedó una gran satisfacción personal y un aporte para el coleccionismo y la cultura de mi país.
Hoy cada catálogo usado es buscado por muchos coleccionistas para llevarlos a sus escritorios de estudio.
Actualmente estoy trabajando en la
segunda edición, la cual será diseñada para ser lanzada al mercado en tres
tomas de lujo.
Lo estoy haciendo sobre una base de 100.000 imágenes, para recopilar el máximo de emisiones y variedades jamás hecha en Colombia, incluyendo las emisiones del Banco de la República. Será mi último aporte a la cultura y a la notafilia de Colombia.
Lo estoy haciendo sobre una base de 100.000 imágenes, para recopilar el máximo de emisiones y variedades jamás hecha en Colombia, incluyendo las emisiones del Banco de la República. Será mi último aporte a la cultura y a la notafilia de Colombia.
Lo más importante del libro es que se ha convertido en
una fuente de consulta en colegios y escuelas, además la excusa perfecta para
buscar la unidad familiar.
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